La disortografía es un trastorno específico de la escritura, no tiene nada que ver con los problemas de tipo motor como el trazo, la forma y la direccionalidad de las letras, ni tampoco con lo que algunos llaman dislexia, sino que se centra en la capacidad para codificar el código lingüístico hablado o escrito en los grafemas o letras correspondientes, respetando la asociación correcta entre cada sonido y su letra, y las peculiaridades ortográficas de algunas palabras, donde no está tan clara esta correspondencia, por ejemplo, no se sabe si esta palabra va con «b» o con «v», y confusión de las reglas de ortografía. La disortografía implica una serie de errores sistemáticos y reiterados en la escritura y ortografía, que incluso en ocasiones llevan a una total ininteligibilidad de la escritura. Afecta al contenido y a la composición de la palabra.
¿Cuáles son los tipos de faltas ortográficas más habituales en alumnos con este trastorno?
Básicamente, hay cuatro tipos de faltas de ortografía: las referidas a la transcripción puramente fonética a partir del lenguaje hablado, es decir, escribir tal y como suena; las que provienen de palabras que están sobrecargadas de letras que no se pronuncian; las faltas propias de gramática; y las que provienen por la confusión en las palabras homófonas -son aquellas que se pronuncian igual pero se escriben diferente. Generan errores de diversos tipos: inversión, sustitución, adición, omisión, unión de sonidos, sílabas y palabras, etc.
¿Cuáles son los principales factores que causan esta dificultad?
Las causas principales pueden ser de tipo perceptivo, intelectual, lingüístico, afectivo-emocional, pedagógico, así como también, malos hábitos de estudio, poca efectividad al estudiar palabras de ortografía dudosa; falta de interés y predisposición; limitaciones en conocimientos básicos sobre fonética y estructura de la palabra; lenguaje muy pobre, en algunos casos también anomalías en la pronunciación; escritura lenta e ilegible; defectos visuales; discriminación auditiva insuficiente, etc.
¿Cuándo y quién lo detecta?
Con la propia producción escrita se detectan los errores cometidos por el niño/a y con su análisis, el maestro/a valora la necesidad de hacer una reeducación, ya que estos errores no son simples fallos sino que se manifiestan como una dificultad particular en la expresión lingüística gráfica, conforme a las propias reglas. Cometen faltas corrientes y sintácticas porque desconocen en mayor o menor grado la estructura gramatical de la lengua, o la desfiguran porque no hay manera de que automaticen la adquisición de la ortografía. Finalmente, es el especialista quien diagnostica el tipo de disortografía y establece el programa de reeducación más adecuado, que permite estimular las habilidades motoras (ligadas al trazo gráfico y lateralización adecuadas), perceptivas (auditivas, visuales, espacial-temporal) y memoria, lógico-intelectuales (operaciones de correspondencia significado-significante y sonido-letra, inclusión sonido-sílaba, palabra-frase, seriaciones de sonidos, sílabas y palabras), lingüísticas (morfosintaxis, semántica), etc., implícitas en este proceso.
Como conclusión, la reeducación de la disortografía no puede limitarse a una mera corrección sistemática de las faltas de ortografía -natural, visual y de reglas- mediante los métodos tradicionales de copia y dictado, sino que debe configurarse como un proceso de intervención integral, que aborde los factores causantes en cada caso, implicados en el fracaso ortográfico. El especialista en psicopedagogía es quien establece y diseña el programa reeducativo para cada caso.